<p>El objetivo del Hub La Vera-Campo Arañuelo es aportar innovación tecnológica al sector agrario, así como generar empleo para colectivos vulnerables, según explica Héctor Ara. Foto: Hub La Vera-Campo Arañuelo.<p>

El objetivo del Hub La Vera-Campo Arañuelo es aportar innovación tecnológica al sector agrario, así como generar empleo para colectivos vulnerables, según explica Héctor Ara. Foto: Hub La Vera-Campo Arañuelo.

“Nuestro fuerte cariz social nos diferencia de otros ‘hubs’ rurales”

El Hub La Vera-Campo Arañuelo es un proyecto ligado a la innovación agraria y a la recuperación del medio rural, con un marcado acento social ya que quiere aportar soluciones a los problemas demográficos del campo integrando a colectivos vulnerables. Hemos hablado con uno de sus socios fundadores, Héctor Ara.

Héctor Ara es un emprendedor en serie, con más de 45 iniciativas empresariales en su haber, además de ser presidente de la Fundación Arraigo para facilitar la integración de migrantes. Como él dice, el fracaso forma parte del camino y es de dónde se aprende.

Cuando se juntan personas tan brillantes como Ara, Javier Lantero y Carmen García de Andrés (ambos de la Fundación Tomillo), solo pueden salir grandes cosas, y el Hub La Vera-Campo Arañuelo es una de ellas.

Situado en las comarcas con ese mismo nombre, este espacio pretende ayudar a reconvertir el cultivo de tabaco en otros más saludables y, de esta manera, además de revertir el abandono del campo empleando de forma indefinida a colectivos vulnerables como inmigrantes o jóvenes desempleados, generar una comarca próspera en ingresos, medioambientalmente saludable y regeneradora del territorio. Con solo un año de andadura, ya ha conseguido sus primeros logros.

Parece mentira que desde una sola iniciativa se puedan acometer todos estos retos clave para la economía española y sin la intervención de fondos públicos. Con una estructura nueva, este hub es una sociedad limitada sin ánimo de lucro que, aunque no existe como figura jurídica mercantil, si está recogido de forma estatutaria y entraría dentro de las SBIC (Sociedades de Beneficio en Interés Común) cuando finalmente se desarrolle y apruebe la legislación.

Héctor Ara es un apasionado del emprendimiento, pero no del emprendimiento de cualquier manera, de aquel que generando beneficios es capaz de ayudar a solventar los problemas de nuestra sociedad.

¿Qué es Hub La Vera–Campo Arañuelo?

Se trata de un centro que pretende fundamentalmente aportar innovación al sector agrario basándose en los conceptos de agricultura regenerativa y de precisión. Tiene asimismo un marcado cariz social, ya que los dos socios promotores son sendas fundaciones que se dedican a generar empleo para jóvenes desempleados (Fundación Tomillo) y migrantes (Fundación Arraigo).

¿Por qué nace? ¿Cómo se os ocurrió la idea?

La idea surgió de los promotores de ambas fundaciones, muy implicadas en la generación de puestos de trabajo en ambos estratos, en los que se concentra una gran parte del paro registrado en nuestro país. También pretende responder a la necesidad imperiosa de renovación tecnológica del sector agrario, que creemos puede asimismo hacer de catalizador para atraer de nuevo a los jóvenes hacia el campo, algo que cada día más demanda la llamada ‘España vaciada’. También fue esencial e inspirador conocer el primer rural innovation hub en España situado en Carmona (Sevilla) y dedicado a la innovación en el olivar.

¿Qué queréis cambiar con vuestro proyecto?

La iniciativa se desarrolla en una finca de La Vera, certificada ecológica, en el corazón de la producción tabaquera en España y en Europa. Esta producción es decreciente, tanto por la reducción del consumo de tabaco, como por el final de las ayudas de la Política Común Agraria (PAC), que ha sido fundamental para su supervivencia, y a la que le quedan menos de dos años. La idea es irla complementando con el cultivo de plantas medicinales de las que varios de los socios del hub son relevantes jugadores internacionales en su comercialización y distribución.


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¿Qué es lo que más valoran los agricultores y las empresas? ¿Qué diferencia hay con otros hubs similares?

Para los agricultores el hub es un lugar de encuentro del que hasta ahora carecían, en el que pueden hablar de proyectos, crear sinergias y compartir nuevas prácticas. Los agricultores ven en este espacio la posibilidad de acceder a nuevos cultivos que les aporten un mayor valor, a nuevas técnicas de cultivo y a un acceso más directo al mercado, lo que les permite aprovechar una mayor parte de la cadena de valor.

Lo que nos diferencia de los otros hubs, son básicamente dos cosas: la fuerte orientación social de nuestro proyecto y su dedicación al cultivo de plantas medicinales.

En el campo de las empresas deberíamos distinguir entre dos grupos: las que proveen equipamiento, productos o asesoría para empresas agrícolas, a las que se ayuda a ampliar su base de clientes y acceder a proyectos innovadores; mientras que a las empresas partners o sponsors se les facilita espacio para desarrollar sus cultivos experimentales, planes de desarrollo para estos cultivos y profesionales adecuados para llevarlos a cabo.

Por último, buscamos la creación de puestos de trabajo indefinidos, ya que tal vez el mayor problema del campo para atraer mano de obra es la temporalidad. Tratamos por tanto de dar, aprovechando la cadena de valor del producto agrícola al completo (siembra, cuidado, recolección, clasificado, control de calidad y logística) una formación multidisciplinar que facilite ocupación laboral permanente a los trabajadores.

“El ‘hub’ pretende responder a la necesidad imperiosa de renovación tecnológica del sector agrario, que creemos puede hacer de catalizador para atraer de nuevo a los jóvenes hacia el campo, algo que cada día más demanda la llamada ‘España vaciada’”.

¿Cuál es la clave de vuestro éxito?

La clave es probablemente, tanto tener un proyecto muy sólido con hitos y plazos para conseguirlos, como haber sido capaces de reunir un elenco de partners y patrocinadores de gran prestigio y alcance, lo que ha sido fundamental para lograr el apoyo institucional local por parte de todos los estamentos relevantes del sector.

¿Qué valores de la sociedad estáis tratando de impulsar?

En primer lugar, pretendemos aportar innovación tecnológica en el campo agrícola, siempre de forma absolutamente respetuosa con el medio ambiente.

En segundo lugar, se trata de un proyecto de alto contenido social, generador de empleo en un sector que viene adoleciendo de mano de obra desde hace años.

Por último, buscamos ir reemplazando la producción de un producto nocivo para la salud, como es el tabaco, por el cultivo de plantas medicinales con propiedades terapéuticas sobradamente experimentadas.

¿Qué ha sido lo más difícil? ¿De qué estáis más orgullosos?

Lo más difícil ha sido poner en marcha el proyecto en tan solo un año de plazo desde que la idea fue concebida. De lo que estamos más orgullosos es del equipo de gente que gestiona el hub.

La mayor metedura de pata fue probablemente que, al ser la zona rica en agua, no valoramos la necesidad de llevar a cabo una instalación de riego automático, lo cual nos incrementó la inversión prevista en cerca de un 20% adicional.

“Nuestro fuerte cariz social nos diferencia de otros ‘hubs’ rurales”

En este centro de innovación se busca la optimización de los cultivos y la diversificación productiva a través de la implantación de nuevos cultivos, como el de plantas medicinales. Foto: Hub La Vera-Campo Arañuelo.

¿Cómo va el hub a nivel empresarial?

La marcha es conforme a lo previsto en el plan original. El pasado 12 de abril hizo un año de la inauguración, y el punto de equilibrio se alcanzará en el segundo año de actividad, lo cual es un logro del que nos sentimos muy satisfechos.

El hub se financia especialmente de las cuotas de socios y sponsors.

¿Cuál es vuestro mayor reto ahora mismo?

Como ocurre en otros contextos, nuestro mayor reto es transferir lo que sucede en La Vera al mundo real y poder explotarlo a nivel empresarial. Aunque es sabido que la transferencia del conocimiento al mercado es la asignatura pendiente de la investigación en nuestro país, nosostros somos especialistas en ello. Mi tesis doctoral versa sobre el fracaso empresarial y lo he experimentado varias veces. Sabemos que es como más se aprende, aunque sea un aprendizaje muy traumático. Como dicen, “el error solo se convierte en fracaso cuando no aprendes de él”.

En el mundo empresarial el mayor porcentaje de fracasos se dan en la transferencia del conocimiento al mercado. Conseguir que las plantas medicinales que tenemos identificadas se vendan en grandes volúmenes no es fácil, pero intentándolo con las más caras y las más escasas, nos permitirán mayor margen de error para poner a prueba el hub.

El 80% del cultivo de tabaco en Europa está en Extremadura, y esto va a desaparecer. Además, los secaderos de tabaco los podemos adaptar en viviendas para las familias que quieran venir a trabajar. Tenemos identificadas fincas en Extremadura que podrían sustituir la producción de tabaco con estas plantas. En el hub podemos experimentar, pero no es tan grande como para producir a gran escala.

La introducción de drones, agricultura satelital, agricultura regenerativa y tecnología GPS, pensamos que podría ser un buen reclamo para atraer a los jóvenes. Mejora la productividad del campo, pero también puede atraer a las nuevas generaciones más tecnológicas.

Otro de los grandes retos es la temporalidad, para paliarlo hemos definido puestos de trabajo multitarea en los que aprenden no solo a recolectar, sino a sembrar, a cuidar, a recolectar, a clasificar, a empacar, a analizar y a ocuparse de la logística, con lo que les podemos dar un problema indefinido, mucho menos anodino que solo recoger.  El proceso se resume en: experimentar, ‘extensivizar’, transferir a un spin off.

¿Dónde ves el hub en 5-10 años?

Tiene que estar generando y empleo, y transfiriendo el conocimiento desarrollado a spin off y startups y todo ello atrayendo a jóvenes y a migrantes sin empleo para que se vayan incorporando al mundo laboral.

En una idea innovadora es mucho más importante que se ejecute adecuadamente, a que la idea sea super innovadora. Es mucho más relevante una buena ejecución que una idea genial.

“Un emprendedor social tiene que tener una vocación empresarial exenta de lucrarse o retribuir dividendos, y ser eficiente en el uso de los recursos”.

¿Qué políticas públicas impulsarías para ayudar a ese reto?

Creo en la formación como la vía más eficaz para el progreso y la gente que viene a Tomillo o a Arraigo tiene muy poca formación. Hemos identificado doce o catorce profesiones muy básicas, asequibles para gente sin formación, y les damos unas semanas de aprendizaje más un decálogo bien aprendido. En dos o tres semanas tienes una persona que funciona.

Lo ideal sería que el propio Inem hiciera cursos rápidos de dos o tres semanas, y no de seis meses, para cubrir los 350.000 puestos de trabajo que permanecen sin cubrir. Además, hay que desarrollar puestos de trabajo agrarios no de temporalidad sino indefinidos, para además contribuir a solucionar el problema del campo.

Se debería dar formación de otra forma, no cursos de 6 meses, y transformar 350.000 personas que están cobrando el subsidio de desempleo, mientras tenemos ese número de vacantes ahora mismo, en 350.000 que están cotizando a la seguridad social. Reinterpretar la formación en cursos más breves y prácticos en aquellos sectores como la hostería, el campo o la construcción dónde sabemos que falta mano de obra.

En qué medida se transfiere conocimiento y trabajadores a dónde está el desempleo, ninguna. Y lo tenemos que estar haciendo la empresa privada con nuestro dinero. Estoy haciendo de Inem.

¿Qué es para ti un emprendedor social? ¿Se hace o se nace?

Un emprendedor social debe tener vocación empresarial, exenta de lucrarse o retribuir dividendos y ser eficiente en el uso de los recursos.

El poco emprendimiento social que hay es muy voluntarista y realmente hay que ser muy eficiente con los recursos que tienes. Y hablar de un voluntariado social y eficiente, y para ello no vale hacer “lo que se puede”, sino incluir indicadores claros e invertir todo lo que tienes en lo que funciona.

¿Qué consejo daríais a los emprendedores sociales que vienen?

Sugeriría que se acerquen a las fundaciones, que analicen los gaps y les pregunten dónde no llegan ellas y, de ahí, ver las oportunidades y necesidades. Yo en la fundación tengo diez o doce oportunidades que me gustaría acometer, desde guarderías para los niños de trabajadores que no tienen donde quedarse, clases de inglés, ideas para que la mujer pueda incorporarse al mundo laboral ….Que den cauce empresarial a muchas de las necesidades de las fundaciones.

A los emprendedores lectores de la revista, les diría que vengan al hub, a la Fundación Arraigo, a la Fundación Tomillo… tenemos ideas para que puedan empezar. Y estamos encantados de dedicar ese tiempo. Yo estoy disponible.

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