<p>Juan Barbed, fundador de Rooral junto a Ana Amrein, afirma que las mayores lecciones de humanidad las ha recibido en áreas rurales. Foto: Rooral. <p>

Juan Barbed, fundador de Rooral junto a Ana Amrein, afirma que las mayores lecciones de humanidad las ha recibido en áreas rurales. Foto: Rooral.

“Tenemos que conectar con el alma de los pueblos porque lo que amas, lo cuidas”

El emprendedor Juan Barbed cree que hay que cambiar la mirada que tenemos de los pueblos y la idea de que el éxito está en las ciudades, y fundó Rooral, una empresa que se asocia con pueblos pequeños en riesgo de despoblación para que puedan recibir teletrabajadores que buscan conectar con el medio rural.

Dice Juan Barbed que estamos en un punto de no retorno con el medio rural en España. No podemos seguir ignorando, o peor, esquilmando, a quien nos da de comer y beber, nos conecta con nuestra esencia y nos permite respirar.

Por eso, creó Rooral, para darnos la posibilidad de conectar con el mundo rural, ya que lo que conocemos, lo valoramos, pero con la seguridad de saber que, si no funciona, el compromiso puede terminar, que podemos probar sin tener que cambiar por entero nuestra vida, sentir en nuestras carnes si el medio rural es para nosotros o cómo queremos relacionarnos con él.

Porque, en opinión de este joven emprendedor bilbaíno, tenemos que cambiar la narrativa y la mirada que tenemos hacia los pueblos españoles y, también, la definición del éxito en nuestra sociedad. Y para hacer eso, qué mejor que conocerlos en profundidad, vivir sus leyendas, compartir su vida, formar parte de su historia, aunque sea por unos días y sentir lo que significa para nosotros.

¿Qué es Rooral?

Somos una empresa social que se asocia con pueblos en áreas en riesgo de despoblación para dar la bienvenida a personas teletrabajadoras. Acompañamos a los pueblos para que comprendan el potencial de esta oportunidad, encuentren el modelo adecuado y lo implementen.

¿Por qué nace? ¿Cómo se os ocurrió la idea?

Las generaciones actuales crecimos con la narrativa de que el éxito se encontraba en las grandes ciudades. Esto provocó la migración más grande de la historia, donde millones de personas nos trasladamos de áreas rurales a urbanas, convirtiéndose España en el país con el mayor desequilibrio demográfico del continente.

Por un lado, ciudades como Madrid y Barcelona exhiben los niveles más altos de densidad poblacional de Europa, lo que aumenta el estrés, los problemas de salud mental y los desafíos en la gestión de residuos. Por otro lado, tenemos el mayor volumen de tierras despobladas del continente, con casi la mitad de nuestros pueblos en riesgo de desaparecer. A medida que los pueblos desaparecen, también se pierde nuestra cultura, patrimonio y ecosistemas. Este desequilibrio ha acelerado la desigualdad social, el cambio climático y los problemas de salud mental.

Esto es algo que yo he vivido en mis carnes. Hubo un momento que Bilbao se me hizo pequeño y decidí gracias al teletrabajo vivir en algunas de las ciudades más brillantes del mundo: San Francisco, Lima, Bangkok…Pero algo sucedió hace cuatro años. Nuestra abuelita Ángeles falleció, después de 102 primaveras y un chocolate con churros con las amigas, y decidimos enterrarla en el pueblo de mi abuelo, Luesia, en la provincia de Zaragoza. Al llegar, fuimos recibidos con abrazos de los vecinos locales que apenas conocíamos. Nos acompañaron en el funeral, el entierro y nos acogieron en sus hogares para probar sus embutidos. El pueblo transformó nuestra tristeza en agradecimiento.

Aquel día me di cuenta de una cosa: las mayores lecciones de humanidad las he tenido en áreas rurales, y vivir de forma alineada a mis valores es éxito para mí. Este sentimiento, sumado a ver la belleza y diversidad de nuestro territorio que miraba con ojos frescos después de tanto tiempo fuera, me llevó a darme cuenta del inexplorado potencial que nuestro rural puede ofrecer para estancias de teletrabajo, tanto de forma vacacional (para personas que quieren prolongar sus vacaciones desde su pueblo o quieren un respiro de la ciudad) como de forma permanente (para familias que buscan lugares más sanos y naturales para vivir).

Convencido de la oportunidad que ofrece el teletrabajo rural como herramienta de atracción de nueva actividad económica y nuevos habitantes (temporales o permanentes), empecé a conocer mejor las diferentes realidades rurales, teletrabajando con mi pareja desde diferentes puntos de la geografía peninsular.

Si bien los entornos naturales y culturales eran diferentes en cada lugar, pronto nos dimos cuenta de que los retos eran compartidos, y que había una serie de variables que se debían garantizar para que el teletrabajo se pudiera realizar de forma exitosa desde pequeños pueblos, como la calidad del Internet, la disponibilidad de vivienda o el espacio dedicado al teletrabajo. Fruto de esa investigación, e inspirados en la conocida pirámide de Maslow (jerarquía de las necesidades humanas), acuñamos nuestra ‘pirámide del teletrabajador rural’, una metodología que ayuda a diagnosticar qué tan preparados están municipios y regiones para acoger el teletrabajo. El resto es historia.

¿Qué queréis cambiar con Rooral?

Queremos que haya una relación más sana y sostenible entre el mundo rural y urbano, y eso pasa por generar espacios de encuentro entre ambos. Nuestra excusa es el teletrabajo, porque para nosotros no hay mejor lugar que nuestros pueblos para teletrabajar de una forma sostenible y regenerativa.

No obstante, hay dos factores que son claves en posibilitar que más gente se anime a probar teletrabajar en el rural de forma permanente o temporal: uno, los medios (vivienda accesible, internet, espacio de trabajo, servicios…) y, segundo, la narrativa optimista y exitosa sobre el rural.

Trabajamos en esos dos frentes. Por un lado, demostrando que hay muchos pueblos que están muy bien preparados para acoger el teletrabajo, y por otro mostrando que quizás esos valores que son importantes para ti (conexión humana, cercanía a la naturaleza, sostenibilidad) pueden florecer más en el medio rural

¿Qué es lo que más valoran los usuarios de Rooral?, ¿y los pueblos?

Las personas teletrabajadoras valoran cómo el entorno rural favorece su bienestar, su conexión con la naturaleza y el sentimiento de sentirse acompañados.

Unos datos: el 88.2% de los participantes dice que sus niveles de estrés disminuyeron; el 81% cuenta que trabajó de manera más productiva; el 94% informa que se siente más creativo e inspirado, y en torno a un 88% afirma que la experiencia les ayudó a empatizar con el mundo rural y su gente.

Queremos que haya una relación más sana y sostenible entre el mundo rural y urbano, y eso pasa por generar espacios de encuentro entre ambos. Nuestra excusa es el teletrabajo, porque no hay mejor lugar que nuestros pueblos para teletrabajar.

En todos los pueblos en los que hemos trabajado desean que repitamos valorando especialmente el apoyo económico que supone (especialmente importante en temporada baja), las oportunidades de sociabilización y colaboración que ofrece a sus vecinos (hemos tenido desde páginas webs hechas por teletrabajadores a proyectos locales a sesiones de programación en las escuelas o voluntariado en los huertos) y el sentir apreciados sus conocimientos y tradiciones.

De hecho, los vecinos más jóvenes, los niños, se sorprenden al ver que gente de tan lejos decide venir a teletrabajar a su pueblo, y en muchos casos cambian su mirada hacia el mismo, viendo el vaso más medio lleno que vacío.

¿Cuál es la clave de vuestro éxito?

Decimos que avanzamos a la velocidad de la confianza. Y esa es nuestra clave, generar confianza tanto con las comunidades locales como con la comunidad teletrabajadora. Para ello debemos cocinar a fuego lento y cuidar las relaciones, nuestro mayor activo. Por eso a veces decimos que somos la antistartup.

No te casas con la primera persona que encuentras, tampoco te vas a vivir a cualquier sitio. Rooral te permite probar y ver si la relación fructifica. La mayoría de la gente se va teniendo un pueblo. Pasamos de lo transaccional a lo relacional, por eso lo que más se valora son las colaboraciones, la relación forjada, el vínculo.

¿Qué valores de la sociedad estáis tratando de impulsar?

Cohesión social, curiosidad, empatía, sostenibilidad, igualdad de oportunidades, intergeneracionalidad, diversidad, regeneración…

Queremos romper con los estereotipos, la visión del pueblo, que el éxito está en la ciudad. Conectar con el alma que reside en el pueblo porque lo que amas, lo cuidas.

“Tenemos que conectar con el alma de los pueblos porque lo que amas, lo cuidas”

Según Barbed, los teletrabajadores valoran sobre todo cómo el entorno rural favorece su bienestar y el sentimiento de sentirse acompañados. Foto: Rooral.

¿Qué ha sido lo más difícil? ¿De qué estáis más orgullosos?: mayores logros y mayores meteduras de pata.

Cuando andas un camino no andado y además es algo bastante rompedor (poner a la mesa el mundo urbano y rural), todo es nuevo. Desde cómo contar lo que haces a cómo encontrar tus pueblos y teletrabajadores adecuados.

Y eso te lleva a tener muchas meteduras de pata y de todos los colores, desde no dar con la forma adecuada de que la comunidad local conozca a las personas teletrabajadoras, lidiar con comportamientos que pueden ser hirientes por ambos lados o no tener aspectos climatológicos en mente que dificultan el desarrollo de la experiencia.

No obstante, cuando ves que esa conexión entre las personas que vienen y la comunidad local no solo se da, sino que brilla y da lugar a situaciones inesperadas preciosas (comidas transculturales improvisadas, regalos en ambas direcciones, talleres artesanales y digitales…), te das cuenta de que todo merece la pena.

La comunidad local aprecia ese cariño y atención recibidos, y las personas teletrabajadores se marchan diciendo que ahora tienen un pueblo y prometiendo que volverán con sus amigos y familias. Sentir ese sentimiento de ambas partes es el mayor logro para nosotros.

Un emprendedor social es una persona que está un poco loca, eternamente inconformista, y muy sensible a la vez que cabezona. Pone el propósito por encima de ciertos egoísmos y es capaz de ver cómo podría ser el mundo.

¿Cómo va Rooral a nivel empresarial?

Estamos en un momento bonito donde hemos validado nuestro MVP (mínimo producto viable) en cuatro regiones diferentes, a través de diferentes estancias de teletrabajo temporal que hemos ido lanzando, y vamos a dar el paso en 2024 de abrir nuestra primera base permanente de Rooral en Benarrabá, Málaga. Esto nos va a permitir escalar las operaciones y hacer nuestro modelo de negocio sostenible.

Si bien hemos generado beneficios estos dos últimos años, es algo ficticio, ya que parte del equipo involucrado no ha cobrado a precios de mercado al decidir reinvertir ese dinero en nuestra actividad. El 2024 va a ser nuestra prueba de fuego ya que deberemos operar a pleno rendimiento y validar el modelo de base permanente, tanto para acoger a personas teletrabajadoras, como offsites y eventos de empresa.

¿Si solo pudieras hacer un cambio cual harías?

Un cambio de narrativa. Existen dos razones para el éxodo rural, mejores oportunidades de futuro en la cuidad y la definición de éxito.

Ahora ya existen los medios técnicos para tener oportunidades viviendo en un pueblo. Tenemos que cambiar la definición de éxito para tomar de forma consciente mejores decisiones al conectar con nuestra parte humana más primitiva. Hay que entender mejor otras historias de vida en el rural, y definir una narrativa ilusionante. Estamos en el punto clave de la historia, en el que podemos ir para delante o emprender un camino de no retorno.


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¿Qué es para ti un emprendedor social? ¿Se hace o se nace?

Persona que está un poco loca, eternamente inconformista, y muy sensible a la vez que cabezona. Pone el propósito por encima de ciertos egoísmos, y que es capaz de ver el mundo cómo podría ser.

Todos tenemos esa semilla dentro. Yo creo en la bondad de las personas y todos queremos ser útiles, pero depende si esa semilla cae en terreno fértil que se desarrolle. Si solo oyes el “estás loco, las cosas no son así, es imposible” no florecerá. Aunque todos tenemos potencial y todos hacemos pequeños actos de emprendimiento social.

¿Qué mensaje te gustaría mandar a nuestros lectores?

Uno de los cánceres de nuestro país es la brecha demográfica. En un país con tanta historia, riqueza, cultura, identidad hemos visto cómo amenaza esa diferencia. Ahora es clave que la veamos como riqueza. Riqueza demográfica, tecnológica, cultural, religiosa, que nos permite enfrentar retos como el cambio climático, la cohesión social, o la polución. Es un momento único que nos permite construir un puente cómo país y cómo sociedad.

Sociedades humanizadas y pueblos vibrantes. El país es como un cuerpo humano, estamos mucho en la cabeza, que son las ciudades, cuando los pueblos nos dan la energía, el agua, nos dan de comer. Estamos dejando morir el campo. Cuanto más conectemos esas burbujas, más sostenibles seremos. Es una pena que los extranjeros que vienen a Rooral lo entiendan mejor que nosotros.

Existe dolor en el ecosistema rural, dejadez, desesperación, pero en este momento también tenemos consciencia para regenerarnos. Tendamos estos puentes. Sintamos el mundo rural.

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