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Empresas B y equidad de género: liderar el cambio desde el impacto
Las empresas B (aquellas que cumplen altos estándares de desempeño social y ambiental, transparencia y responsabilidad) tienen un rol clave en la aceleración de la equidad de género porque integran este compromiso en su modelo de negocio. Dentro de las organizaciones, pueden generar espacios de trabajo más equitativos asegurando paridad en la toma de decisiones, igualdad de oportunidades y políticas que faciliten la conciliación entre la vida laboral y personal. Para este tipo de empresas es fundamental visibilizar el liderazgo femenino y fomentar redes de apoyo que impulsen el crecimiento de más mujeres en distintos sectores.
“Como empresarias, buscamos generar oportunidades para que más mujeres puedan ocupar espacios en industrias donde históricamente no hemos tenido tanta presencia. La equidad de género no es solo una meta, sino una transformación continua que requiere acción y compromiso en cada decisión del negocio”, afirma Amalia Ares, socia y codirectora de Compostame, una empresa argentina.
Compostame diseña, desarrolla y comercializa packaging compostable para acelerar la transición hacia un modelo de producción y consumo más sostenible. Parte de una premisa clara: la basura es un error de diseño. En la naturaleza, todo se reintegra al ciclo y el desafío de la empresa es traducir esa lógica al entorno urbano. El modelo de negocio abarca tanto la comercialización de productos listos para distintas industrias —alimentación, gastronomía, cosmética, indumentaria y e-commerce—, como el desarrollo de soluciones a medida para empresas que buscan integrar la sostenibilidad en su cadena de valor.
“Como mujeres en la industria, muchas veces navegamos en espacios mayoritariamente masculinos, y eso conlleva sus propios retos. Vemos que el entorno está cada vez más abierto a transitar ese cambio. Por eso, buscamos formar equipos y sumar colaboradoras que aporten su voz, su hacer y perspectiva”, agrega la codirectora de la firma.
Ares lanzó Compostame en plena pandemia junto con Emilia Erramouspe, su socia y amiga de la facultad. “La economía circular todavía es un modelo novedoso en nuestra región, y eso permite abrir caminos y ocupar espacios donde antes las mujeres no teníamos tanta presencia. En ese sentido, habilita nuevas posibilidades, aunque también plantea desafíos. Es un sector exigente, porque el éxito no se mide solo en términos económicos, sino también en impacto social y ambiental. Más que una cuestión de género, el mayor reto sigue siendo competir con el mercado tradicional, donde los costos aún no siempre favorecen las alternativas sostenibles. Sin embargo, después de cinco años en el mercado, vemos avances y estamos convencidas de que esta transición es necesaria”, expresa la emprendedora.
“La equidad de género no es solo una meta, sino una transformación continua que requiere acción y compromiso en cada decisión del negocio”, Amalia Ares, cofundadora de Compostame.
Otra líder es Silvia Chaves, fundadora y presidente de Florex. La empresa, nacida en Costa Rica, se centra en el diseño, fabricación y comercialización de soluciones integrales de limpieza para mejorar la calidad de vida y la salud de las personas, de sus hogares y sitios de trabajo, mediante la oferta de productos y servicios responsables con el ambiente.
Florex busca extender el alcance a los mercados de Guatemala, El Salvador y Panamá. Y en una segunda instancia a mercados específicos en Estados Unidos. Sobre los desafíos que enfrentan las mujeres líderes en el mundo empresarial y que que limitan su desarrollo y crecimiento, Chaves comenta que “el acceso a la financiación sigue siendo una de las principales barreras, dificultando la escalabilidad de los negocios. Y a esto, hay que sumar la excesiva burocracia, que puede ralentizar procesos clave y generar una carga administrativa desproporcionada”.
Además, la conciliación familiar y laboral sigue siendo un obstáculo significativo, en opinión de Chaves, así como la falta de formación: “La formación también representa un reto, ya que muchas mujeres emprendedoras deben enfrentar el mundo empresarial sin contar con el apoyo ni el conocimiento adecuado. En mi trayectoria, he buscado aliados estratégicos y he involucrado a los equipos de trabajo en la definición de un plan de acción con seguimiento constante. Afrontar estos desafíos en solitario es casi imposible, pero con propósitos claros y un esfuerzo colectivo, es posible avanzar y generar cambios reales”, expresa la directiva.
Amalia Ares y Emilia Erramouspe, fundadoras de Compostame, buscan generar oportunidades para que más mujeres puedan ocupar espacios en industrias mayoritariamente masculinas.
La cofundadora de la empresa ecuatoriana Impaqto, Daniela Peralvo, cree que las empresas B pueden acelerar la equidad de género cuando alinean lo que son con lo que hacen. “No basta con querer ser inclusivos/as, hay que demostrarlo con acciones concretas. Esto significa construir una cultura donde las mujeres y personas de género diverso tengan igualdad de oportunidades para liderar y crecer, cuestionar sesgos en cada decisión y diseñar políticas salariales y de conciliación justas. También implica apoyar a más emprendedoras, elegir proveedores comprometidos con la equidad y usar la voz de la empresa para impulsar cambios en la sociedad”, expresa.
Impaqto nació en 2014 como la primera empresa B de Ecuador. Comenzó con una misión clara: empoderar a emprendedores, emprendedoras y agentes de cambio en Ecuador y América Latina, transformando desafíos sociales y ambientales en oportunidades de impacto. Durante una década, se construyó un ecosistema de innovación y colaboración que potencia el impacto social, ambiental y económico en la región.
A través de Impaqto Coworking, se ofrece oficinas, puestos de trabajo individuales y salas de reuniones diseñadas para fomentar la colaboración y la productividad, convirtiéndose en un punto de encuentro para la innovación y el crecimiento. En Impaqto Labs, se trabaja en conjunto con empresas y organizaciones para diseñar y ejecutar programas que promueven el emprendimiento sostenible y el impacto positivo. Desde aceleradoras hasta laboratorios de resiliencia, impulsa a emprendedores de toda América Latina a desarrollar soluciones innovadoras y sostenibles. Impaqto Capital, por su parte, es un fondo de inversión que respalda el crecimiento de startups con soluciones innovadoras para abordar problemas sociales y ambientales en la región Andina.
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“Las mujeres líderes seguimos enfrentando desafíos como la falta de representación en espacios de decisión, los sesgos de género que ponen en duda nuestras capacidades y la dificultad de equilibrar lo personal con lo profesional. A lo largo de mi trayectoria, la resiliencia ha sido clave para transformar los obstáculos en oportunidades y avanzar con determinación. Pero nadie llega lejos sola. La comunidad ha sido fundamental: rodearme de personas que inspiran, apoyan y desafían el statu quo ha fortalecido mi camino. Por eso, creo en construir redes de apoyo, en visibilizar más referentes femeninos y en abrir puertas para que más mujeres lideren con impacto”, reflexiona Peralvo.
Como coCEO, junto a Carolina Brito, demostraron que las mujeres pueden liderar con éxito, generar impacto y abrir camino para que más mujeres asuman roles estratégicos en Ecuador y en la región. “En Impaqto fomentamos el liderazgo femenino dando mayor visibilidad a las mujeres en el ecosistema emprendedor de impacto. A través de programas, eventos y espacios de mentoría, amplificamos sus voces y creamos oportunidades para que más mujeres se atrevan a liderar y transformar sus comunidades”, dice Peralvo.
“En mi trayectoria, la resiliencia ha sido clave para transformar los obstáculos en oportunidades y avanzar con determinación. Pero nadie llega lejos sola y la comunidad es fundamental”, Daniela Peralvo, de Impaqto.
María Pacheco es la CEO de la empresa B guatemalteca Wakami. La firma, que comenzó hace 20 años, conecta a comunidades rurales con los mercados mundiales al trabajar con las mujeres y empoderarlas para generar ingresos y transformar ciclos de pobreza en ciclos de prosperidad. Por un lado, incuba, establece y fortalece negocios rurales liderados principalmente por mujeres a través de nueve ciclos de capacitación llevados a cabo durante un período de dos años. Por otro lado, genera una plataforma que brinda acceso a productos y servicios a estas mujeres, lo que permite que las familias rurales inviertan sus ingresos estratégicamente para mejorar sus hogares, la educación y nutrición de sus hijos.
En el caso de Guatemala, los productos hechos a mano con técnicas ancestrales son un activo muy importante para las mujeres. Por lo tanto, diseñar productos en que las mujeres puedan usar estas habilidades es clave para generar prosperidad incluyente. En Wakami, la equidad de género es importante también en el equipo, desde los socios, los gerentes y los colaboradores.
“Como CEO de Wakami, siempre he tenido muchas puertas abiertas, quizá por el modelo de negocio innovador que cuenta con un gran impacto social. Es por este apoyo que toca abrir espacios para otras mujeres. Por ello, después de recibir una mentoría con Voces Vitales Global, decidimos, junto a otras mujeres, cofundar Voces Vitales Centroamérica, generando mentorías y otros tipos de programas de apoyo a mujeres emprendedoras y empresarias en diferentes países centroamericanos para que, con más visibilidad, contactos y reconocimiento, puedan hacer crecer sus empresas”.
María Pacheco es la CEO de Wakami, una firma que incuba y fortalece negocios rurales liderados por mujeres.
Felicitas Rossi, impulsora de Ofelia, cree que muchos emprendimientos fallan porque las mujeres no creen en sí mismas.
Otro caso de liderazgo femenino es el del marketplace argentino Ofelia. Más del 80% de los emprendimientos que forman parte de la plataforma están liderados por mujeres, muchas en situación de vulnerabilidad o pertenecientes a comunidades indígenas y cooperativas sociales. La Empresa B cuenta con una comunidad de más de 800 tiendas que generan impacto social, económico y ambiental. Al comprar en Ofelia, los consumidores apoyan directamente estos proyectos. De esta forma se democratiza el acceso al mercado para pequeños emprendimientos, brindándoles una plataforma para vender donde pueden manejar sus propios precios, stock y envíos. Además, capacitan a emprendedores en sostenibilidad y educación financiera. Y le dan visibilidad, no solo a través del marketplace, sino creando más canales de ventas como las ferias propias o para terceros, los festivales, los acuerdos con grandes compañías y la venta de regalos corporativos que es una de las áreas en donde más se creció el último año.
Sobre los desafíos, la fundadora de Ofelia, Felicitas Rossi, dice que aún hoy, las mujeres emprendedoras reciben menos inversión que los pares varones, incluso liderando proyectos altamente rentables y con impacto positivo. Otro tema que sigue muy presente es la carga de los roles de cuidado, que muchas veces exige hacer malabares entre la vida personal y profesional.
Ofelia no nació solo como un marketplace, sino como un espacio donde las mujeres emprendedoras pueden crecer, conectar y fortalecerse mutuamente. “Además, demostramos que los modelos de negocio con propósito pueden ser exitosos sin reproducir las mismas estructuras y patrones de siempre. Somos dos socias mujeres, Laura Losoviz y yo, y todo el equipo está conformado por mujeres. Otra cosa que noto constantemente es que muchos emprendimientos fallan no porque sean malos o no tengan un buen business plan sino porque muchas mujeres no creen en sí mismas. Son tantas las creencias limitantes que aún nos persiguen que vamos a necesitar un par de décadas más para que la mujer esté realmente empoderada”, reflexiona Rossi.