“La conciliación es la gran brecha de género que más impacta en nuestra economía”

“La conciliación es la gran brecha de género que más impacta en nuestra economía”

Ana Polanco se niega a esperar los 37 años que estima el Índice ClosinGap para alcanzar la paridad en España. Un estudio que pone cifras a las distintas brechas de género, como la de la conciliación o el empleo, y cuantifica su coste de oportunidad, más de 255.000 millones de euros, publicado por la organización de la que es presidenta de su Consejo Asesor, además de ostentar un cargo de responsabilidad en Merck.

La quinta edición del Índice ClosiGap señala a 2061 como el año en el que España lograría cerrar la brecha de género y alcanzaría la igualdad de continuar al ritmo actual. Casi cuatro décadas que no está dispuesta a esperar Ana Polanco, presidenta del Consejo Asesor de ClosinGap, cuya misión es trabajar para cerrar esas distintas brechas de género que se dan en empleo, educación, conciliación, digitalización y salud y bienestar.

Desde su cargo en esta asociación, pero también como head of Europe GVAP Operations and Government & Public Affairs HealthCare en Merck, trabaja por terminar con una desigualdad que tiene un coste de oportunidad que supondría un incremento del 17% del PIB.

También colabora a nivel personal, asesorando de manera altruista a jóvenes sobre cómo alcanzar sus metas siendo mujeres, porque ella hubiera agradecido poder contar con esa figura de ‘facilitador’ antes de empezar su carrera, para “no tener que aprenderlo sobre la marcha”.

Sobre las acciones más apremiantes para cerrar las brechas, el papel del sector privado o la posición de España ante los movimientos antidiversidad charlamos con Ana Polanco.

La semana pasada publicasteis la quinta edición del Índice ClosinGap sobre brechas de género, que estima en 37 los años que tardaremos en cerrar ese gap.

El Índice ClosinGap se ha consolidado como una herramienta clave en España para medir la igualdad; es único en España y de los pocos que hay en el mundo.

En esta edición hemos visto importantes avances que, obviamente, nos entusiasman, porque estoy segura de que son consecuencia de muchas de las acciones que hemos realizado. Pero también revelan esa urgencia de acelerar el ritmo para cerrar la brecha, porque esos 37 años nos sitúan en el 2061. No debemos esperar hasta entonces.

¿Cuáles son las acciones más urgentes que consideras necesarias para no tardar tanto tiempo en alcanzar la paridad?

Destacaría tres áreas críticas de acción. La primera, sin duda, es la conciliación y corresponsabilidad. Es la gran brecha de género y una de las que más impacta en nuestra economía, en el PIB, y que además es transversal a todas. Este año mejora 1,3 puntos respecto al pasado, pero después de un fuerte batacazo que sufrimos a raíz de la pandemia. Es la única de las cinco dimensiones que sistemáticamente ha estado por debajo del 50%. Es decir, la conciliación es la más alejada de la paridad y es, precisamente, la que ha frenado y sigue frenando toda la progresión profesional y económica de la mujer.

En segundo lugar, tenemos que seguir impulsando la presencia de mujeres en carreras tecnológicas y hacerlo desde la edad temprana. En esta edición la brecha en educación se mantiene estable, pero la realidad es que la presencia de mujeres en carreras STEM sigue siendo muy baja. Necesitamos incrementar esa presencia con urgencia, porque si no, las brechas en empleo, en salarios… que ya tenemos, se van a incrementar a futuro.

Y, en tercer lugar, la otra gran brecha donde tenemos que actuar es en la de salud y bienestar. Es, contrariamente a la conciliación, la que está más cerca de la paridad, porque en España tenemos un buen estado de bienestar. Pero a raíz de la pandemia empezó a bajar y ya llevamos 4 o 5 años en los que, de forma consecutiva, sigue disminuyendo, aumentando el gap de la paridad.

La conciliación ha frenado y sigue frenando toda la progresión profesional y económica de la mujer. Además, hay que impulsar la presencia de mujeres en carreras STEM y actuar en la brecha de la salud y bienestar. Estas son las tres áreas críticas de acción.

¿Cuáles podrían ser las razones de esa brecha?

Desde Merck lo hemos analizado, viendo que una de las razones de la brecha de género en salud es que las mujeres vivimos más años, pero con peor calidad de vida. Existen factores sociales que nos están impactando negativamente, y uno de ellos está relacionado con la conciliación, porque principalmente somos nosotras las que cuidamos de mayores, de hijos y de personas discapacitadas. Y eso tiene un impacto en nuestra salud. Pero también existen sesgos de género en el ámbito de salud emocional, sobre todo a raíz de la pandemia.

En el siglo XXI no podemos permitirnos empeorar en salud y que las mujeres tengan peor calidad de vida, mayor riesgo de exclusión social y mayores problemas de salud emocional como depresión o ansiedad.

Hablas de conciliación, pero acompañado de corresponsabilidad, ¿no?

De hecho, a mí me gusta más hablar de corresponsabilidad, porque es algo que tenemos que integrar en nuestro día a día, con nuestra familia, amigos y en nuestro entorno laboral. En nuestro informe sobre conciliación y corresponsabilidad vimos que las mujeres dedicamos dos horas más al día a tareas domésticas y familiares y, a su vez, dedicamos menos tiempo al ocio: casi una hora y media menos que los hombres.

Por lo tanto, es fundamental esa corresponsabilidad, porque es lo que va a impactar después en todas las demás: desarrollo profesional, salud y bienestar…


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Viniendo de una empresa como Merck, dedicada al ámbito sanitario y tecnológico, ¿cómo se aborda este aspecto?

En el informe de salud emocional analizamos que había cuatro dimensiones sobre las que actuar: el estado de ánimo y cómo las mujeres sufrimos más depresión y ansiedad; la brecha de género en el entorno laboral, que va a condicionar la salud emocional, tanto por una potencial divergencia en salarios como por oportunidades de desarrollo y las responsabilidades extras en el ámbito familiar; la brecha en el autocuidado, en la que, a pesar de tener menos tiempo de ocio, tenemos mayor conciencia de la importancia de cuidarnos; y una cuarta brecha que tiene que ver con los jóvenes, porque los problemas de salud mental afectan más a mujeres, pero también hay diferencia por edad, especialmente en el rango entre 15 y 29 años, con una diferencia del 21% para mujeres respecto a un 11% para hombres.

En base a estas brechas es donde se tienen que tomar medidas. En este sentido, por ejemplo, en Merck y en otras compañías de ClosinGap tenemos programas de asistencia psicológica, de mindfulness, nutrición, deporte y salud, y trabajamos en la identificación con perspectiva de género de cómo afectan los riesgos psicosociales a las condiciones de trabajo.

Pero no nos quedamos ahí, porque una parte muy importante de la salud emocional tiene que ver con todo lo relacionado con el empleo y la igualdad salarial. Por lo tanto, aquí hay medidas que van desde condiciones de igualdad en los procesos de selección; reintegración al mercado laboral tras los periodos de excedencia; capacitación para el reciclaje profesional; fomento de mujeres en puestos de responsabilidad; programas de mentoring cruzado tanto en Merck como en ClosinGap; mapas de sucesión en las que estén presentes las mujeres, o seguir cerrando la brecha salarial.

Y en conciliación, por poner tres ejemplos de mi compañía, tenemos días libres para ejercer de cuidador no profesional (de ancianos, personas en proceso oncológico, enfermos graves…); jornada flexible con horarios de entrada y salida adaptables; modelo de trabajo híbrido; o posibilidad de teletrabajar permanentemente durante las vacaciones escolares.

En el Toolkit of Good Practices se puede encontrar una recopilación de 300 buenas prácticas empresariales en todos los ámbitos de las compañías que componemos ClosinGap (Merck, Repsol, Mapfre, BMW Group, Mahou San Miguel, PwC, CaixaBank, Once, Kreab, Fundación CEOE, Telefónica, Redeia, Hebert Smith Freehills Spain y Enagás).

Una fotografía muy buena de lo que está haciendo el sector privado, donde ha habido avances en la representación de las mujeres en puestos de dirección. Por ejemplo, en España, Merck suma casi un 66% de mujeres en puesto de liderazgo. Sin embargo, ha disminuido su presencia en el sector público.
España está muy bien posicionada, en el puesto número diez en el Global Gender Gap Report del Foro Económico Mundial, aumentando ocho posiciones respecto al año anterior. En Europa se encuentra en séptima posición, por debajo de Islandia, Finlandia, Noruega, Suecia, Alemania e Irlanda. Esto se debe a que el Gobierno y el Parlamento actual tienen más paridad. Pero no haber tenido una mujer presidenta del Gobierno creo que penaliza a España; creo que ya toca. En el sector privado tenemos mucha paridad ya en puestos de dirección, de consejo y de presidencia; los partidos políticos deben trabajar para que haya mujeres líderes que puedan estar preparadas para un día alcanzar esa posición.

Y aquí no podemos permitir los retrocesos que estamos viendo en algunos países occidentales y en partidos extremistas en materia de igualdad. Estados Unidos es un claro ejemplo.

Creo que ya toca tener una mujer presidenta del Gobierno en España. Los partidos políticos deben trabajar para que haya mujeres líderes que puedan estar preparadas para un día alcanzar esa posición.

¿Cómo crees que pueden afectar en España los movimientos antidiversidad que impulsa el presidente de EE. UU.?
Espero que nos mantengamos firmes: empresas, gobiernos y Europa. Europa tiene que mantener el liderazgo en innovación, en otras áreas, pero también en diversidad, equidad e inclusión.

Estados Unidos ha tenido periodos de retroceso y luego ha avanzado de nuevo. Es un péndulo, aunque ahora mismo no soy muy optimista. Pero hay esperanza; hemos visto la Brújula para la Competitividad que ha presentado Ursula von der Leyen, que, aunque está enfocada en cerrar el gap de innovación, descarbonización, competitividad y no dependencia externa, también ha nombrado un comisario para jóvenes y para la diversidad.

Y es que la igualdad no solamente es un objetivo social y de justicia, sino también de desarrollo económico, de prosperidad y de competitividad.

La paridad hay que fomentarla desde las edades más tempranas, ¿cómo se puede impulsar el interés de las mujeres en las ciencias y en carreras STEAM?
La educación es fundamental, porque los estereotipos de género empiezan a edades tan tempranas como los cuatro años. Ese estereotipo de que las matemáticas, la física, la ingeniería… son muy difíciles para niñas hay que romperlo a través de referentes femeninos, entre otras medidas.

Desde Merck organizamos talleres de ciencia con niños y jóvenes; damos charlas mujeres referentes en la empresa, y nos unimos a programas como la Alianza STEAM del Ministerio de Educación y Formación Profesional.

En el área de salud, donde yo trabajo, hay menos gap, porque al asociarse a los cuidados hay mayor presencia femenina, pero cuando vamos a las ciencias puras hay más brecha que cerrar. Porque además vamos hacia un mundo digitalizado y, si no estamos las mujeres presentes, se van a acentuar los sesgos.

La educación es fundamental, porque los estereotipos de género empiezan a edades tan tempranas como los cuatro años (...) y hay que romperlos con referentes femeninos, entre otras medidas.

¿Y qué hacemos con los adultos que no creen en la igualdad?
Esta es una ola imparable y tenemos que ir de la mano de los hombres. A mí no me gustan los programas o actos de mujeres para mujeres. Las mujeres somos un poquito más de la mitad de la sociedad, pero la otra mitad la constituyen los hombres.

Tenemos exponentes masculinos que están luchando por la igualdad, igual que todavía los hay (y mujeres) que no la han abrazado, pero hay que ser positivos y los datos dicen que estamos más cerca de la igualdad que de la no igualdad. Sigamos esa senda.

Desde la perspectiva personal y como mujer en posiciones de liderazgo, ¿qué consejos darías a otras mujeres que buscan avanzar en sus carreras?
No me gusta dar consejos, pero lo que le suelo decir a las mujeres jóvenes a las que ayudo es que es muy importante la autoconfianza: nos lo tenemos que creer. Yo siempre he tenido claro que puedo conseguir lo que me proponga, pero he cometido un error muy nuestro y es tener que ser perfectas y estar totalmente preparadas para optar a una posición; esto no les pasa a los hombres. Yo estudié la carrera, MIR, especialidad, tesis doctoral, dos másteres… Con la necesidad de demostrar siempre que estoy superpreparada.

También les digo que se rodeen de una buena red; el networking es fundamental. Me gusta una frase de Madeleine Albright: “Hay un lugar especial en el cielo para las mujeres que ayudan a otras mujeres”. Yo quiero ganarme el cielo.

Y finalmente, ligado al tema de corresponsabilidad, decirles que se puede tener posiciones de liderazgo, de mucha responsabilidad y ser capaz de balancear la vida familiar sin sentirte culpable.

El desafío es actuar con mayor determinación, con medidas ambiciosas y con esa certeza de que esta igualdad es un derecho y un objetivo social, además de motor de competitividad y de progreso para nuestra sociedad.

En el contexto del Día de la Mujer, ¿qué mensaje te gustaría transmitir a la sociedad?
Yo creo que el cambio es posible cuando se implementan políticas concretas y se asumen compromisos firmes. Así hemos visto que los avances llegan. Pero también estamos constatando que vamos tarde y lentos. No nos podemos permitir ningún retroceso. Por tanto, el desafío es el de actuar con mayor determinación, con medidas ambiciosas y con esa certeza de que esta igualdad, por la que tanto hemos luchado, es un derecho y un objetivo social, además de motor de competitividad y de progreso para nuestra sociedad.

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